Cada 5 de octubre celebramos el día mundial de la arquitectura.Un día en el que se hace más patente, aún si cabe, que la arquitectura forma parte de nuestro día a día y es una asignatura pendiente en nuestra sociedad.
La arquitectura está en cada rincón de la ciudad. Por donde caminamos cada día y donde nos reunimos, en las zonas verdes, parques y jardines, en las plazas donde encontrarse, donde ver y ser visto, edificios públicos, residenciales, culturales, religiosos y sanitarios. Todos los elementos que componen la ciudad y su trazado es fruto de un desarrollo muy profundo de una ideación de un profesional de la arquitectura.
¿Quién se iba a imaginar que íbamos a estar encerrados tres meses en nuestras casas?
En tiempos de la "nueva normalidad", más que nunca, hemos sido conscientes de la importancia de nuestro entorno y eso incluye la vivienda. Nuestros hogares se han convertido en nuestro centro de trabajo, escuela, restaurante, espacio de ocio y de reuniones digitales con amigos, descanso y aquellos que han sido más afortunados, también han podido tener un espacio exterior donde poder airearse.
Viviendas, que en muchos casos, no estaban preparadas para tener tantos usos simultáneos a la vez, bien sea por su superficie o por su disposición. Este problema se ha hecho más evidente en las grandes ciudades, donde sus centros están altamente densificados, llenos de viviendas muchas de ellas diminutas como para poder disponer de esa versatilidad que requería durante una pandemia.
Nunca antes habíamos sido tan conscientes de la importancia de tener un espacio exterior, por pequeño que fuera, en nuestra casa. ¿Cuántas terrazas y balcones se cierran nada más adquirir los pisos para poder ganarle unos metros a la vivienda? Se trata de un gran error, ya que las terrazas se piensan y se proyectan como una prolongación del espacio interior hacia el exterior. Son espacios pensados para favorecer la vida de sus ocupantes, donde disfrutar del exterior, estar cómodos y confortables. La ventilación y la entrada de luz solar en las viviendas son características propias de la higiene y la salud tanto para los edificios como para sus habitantes.
En la Antigua Roma, las domus, viviendas particulares ocupadas por una sola familia, ya contaban con el atrium o patio interior. Era el centro de la vivienda, donde se reunían y hacían la vida. Solía ser un patio porticado donde se encontraban las puertas del resto de dependencias de la vivienda. La evolución de esta, ha pasado por muchas tipologías a lo largo de la historia, pero sin duda, es a partir del siglo XX cuando los arquitectos desarrollan multitud de modelos para la nueva vivienda, convirtiéndose en el germen de la arquitectura moderna. Viviendas para ser vividas, con plantas flexibles y adaptables, con fachadas independientes de la estructura donde albergar grandes ventanales y una zona de terraza o jardín. Modelo que se abandonó a causa de la especulación del suelo.
Desescalada y (re)descubrimiento de nuestras ciudades.
Nos dejaron salir de casa y de repente teníamos que mantener la distancia social. Nos sentó como un jarro de agua fría. De repente estábamos haciendo cola para entrar al supermercado o a la farmacia. No podíamos ir a visitar a familiares a sus casas que no fueran nuestros convivientes, por lo que decidimos que mejor quedábamos en el exterior.
De golpe, fuimos conscientes de que nuestro entorno urbano no se adecuaba al peatón sino a la circulación rodad. Calles con aceras estrechas, edificios pegados unos a otros sin dejar pasar la luz natural al interior de las viviendas. Multitud de carriles para vehículos y pocos elementos verdes que den sombra y frescor. Pocos claros en la ciudad como plazas o zonas verdes y muchas zonas oscuras y ruidosas.
Grandes avenidas que parecen pistas de carreras para automóviles y zonas oscuras para pasear y recorrer la ciudad. Los ayuntamientos se dieron cuenta de que la ciudad del siglo XXI está pensada para el tráfico rodado y no tanto para la circulación peatonal. Han intentado paliar esta carencia cortando calles y ensanchando aceras, pero no es suficiente porque el modelo a partir de ahora debe ser otr. Debemos prestar mucha atención a las nuevas tipologías de viviendas así como al nuevo desarrollo de las ciudades.
Los nuevos tiempos demandan nuevas viviendas y nuevas ciudades.
El arquitecto es la figura clave para el desarrollo de ambas tipologías.
Vivendas singulares y personalizadas, más amplias y conectadas al exterior. Funcionales y adaptables, con elementos móviles que las conviertan en hogares versátiles y transformables según las necesidades de cada familia y usuario.
Ciudades con espacios verdes abiertos entre los edificios, donde la preferencia de las calles sea del peatón frente a la circulación rodada. Ciudades donde el transporte público sea el que entre al centro de las ciudades y así evitar el uso del automóvil particular.
Esta reflexión, por otra parte muy evidente, es que lo queremos dejar patente en este día mundial de la arquitectura del año 2020. Un día para pensar en nosotros. En nuestras viviendas y en nuestras ciudades.
Disfruta de todo aquello que te rodea cada vez que camines por la calle. Mira hacia arriba y fíjate en los edificios, la composición de sus fachadas, los materiales utilizados. Reflexiona sobre si es más agradable pasear por grandes avenidas con grandes árboles o sin ellos. Por calles estrechas peatonales o por grandes vías con circulación rodada. Sé exigente con tus representantes, porque ellos son los que tienen la llave para crear un buen desarrollo urbanístico. Y por tanto, la mejora en nuestra calidad de vida.
¡Feliz día mundial de la arquitectura después de una pandemia!
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